El Caníbal de Rotemburgo
En el año 2001, Alemania fue testigo de uno de los crímenes más perturbadores y polémicos de su historia reciente. Armin Meiwes, un hombre aparentemente tranquilo y educado, publicó un anuncio en un foro de internet buscando a alguien dispuesto a ser asesinado y posteriormente comido. Contra todo pronóstico, un hombre respondió: Bernd Jürgen Brandes, un ingeniero berlinés de unos 40 años, que no solo aceptó la propuesta, sino que lo hizo de forma voluntaria y consciente. Ambos hombres se reunieron en la casa de Meiwes, situada en la localidad de Rotenburg. Allí, llevaron a cabo un macabro ritual que incluyó actos sexuales, mutilación y finalmente, la muerte de Brandes. Meiwes documentó todo en video, desde el consentimiento hasta el momento de la ejecución, y conservó partes del cuerpo que luego cocinó y consumió a lo largo de varias semanas. El caso salió a la luz cuando Meiwes volvió a publicar anuncios similares en internet, lo que despertó la sospecha de un internauta que alertó a las autoridades. La policía registró su domicilio y encontró restos humanos congelados, además de grabaciones detalladas del crimen. El juicio fue extremadamente complejo. Aunque la víctima había dado su consentimiento explícito para ser asesinada y consumida, las leyes alemanas no contemplaban esta posibilidad. Inicialmente, Meiwes fue condenado por homicidio por consentimiento a 8 años y medio de prisión. Sin embargo, tras la apelación del fiscal, se repitió el juicio y fue finalmente sentenciado a cadena perpetua por asesinato con motivación sexual y perturbación grave del orden público. El caso de Meiwes abrió un profundo debate ético y legal en Alemania y en el mundo entero, sobre los límites del consentimiento, el canibalismo, y la salud mental. También puso en evidencia cómo internet puede conectar incluso los deseos más oscuros y extremos entre personas aparentemente ordinarias. Los vecinos y conocidos de Meiwes estaban conmocionados: era considerado un ciudadano ejemplar, amable, incluso alguien en quien confiaban lo suficiente como para dejarle a sus hijos. La revelación de su verdadero rostro fue un golpe devastador para su comunidad. Desde su encarcelamiento, Meiwes ha colaborado con psicólogos y criminólogos, y ha reconocido que su deseo de consumir a otro ser humano surgió en su infancia, alimentado por la soledad y una necesidad obsesiva de control y posesión total sobre alguien más. Su caso es hoy uno de los más estudiados en el ámbito del crimen extremo y la psicopatología. Learn more about your ad choices. Visit megaphone.fm/adchoices
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